1 de septiembre, 11:15 de la mañana. Acaba de terminar la asamblea inicial y el grupo de pequeños/as ya se ha ido al huerto. Queda el grupo de más edad, en sus caras se refleja una mezcla de sueño, decepción por la posible lluvia que se aproxima y preocupación por si “toca otra actividad de pensar y no de moverse”.
Sin esperarlo, una pregunta: ¿quién forma parte de la Comisión Sentir mi barrio? Dos tercios levantan la mano, las nuevas incorporaciones cuchichean, no saben de qué va la cosa, y se distraen (¡es otra actividad de pensar!).
Los veteranos inician algunas explicaciones, pero quieren ser tan concisos y técnicos que no les salen las palabras. Esto cambia al plantearles preguntas concretas: ¿dónde fue en julio la Comisión? ¿Qué les dijo el Concejal de Urbanismo? ¿Qué propuestas y peticiones le presentaron?
Hablan de arreglar pavimentos, de mejorar la movilidad (bueno, en realidad sus palabras son “hacer algo para ayudar a que la gente mayor, las guaguas, los coches y el camión de la basura se muevan más y mejor por el barrio”), hablan de limpieza, de más bancos para sentarse, de un semáforo en un paso de peatones con poca visibilidad…
Sólo dos de las nuevas incorporaciones se interesan por las palabras de sus compañeros/as. Siguen los cuchicheos (¡definitivamente es una actividad de pensar!), pero, como en las mejores películas, me reservo el plato fuerte e impactante para el final…
¿En qué más han participado relacionado con la mejora del barrio?
¡El parque! Gritan tres voces al unísono, y, como pasa en las mejores películas, los espectadores que habían desviado su atención, vuelven a centrarse en aquello que estaba pasando delante de sus ojos, unos ojos abiertos como platos y ávidos de más información. Una información que sus compañeros/as les proporcionan con todo lujo de detalles, completándose unos a otros las frases… “participamos dando ideas para el parque”, “van a hacer todo lo que pedimos”, “nos escucharon”, “skatepark”, “canchas”, “parque para perros”, “vimos el plano antes que nadie”… ahora las palabras brotan.
Tras el culmen de la acción, es el momento de presentar la conclusión que dejará el final abierto para una segunda parte:
No sólo el parque, ustedes han mejorado el barrio pintando muchísimos muros en mal estado, limpiando parterres, haciendo manifestaciones para concienciar a las vecinas/os sobre la limpieza, señalizando lo que les encanta de El Risco de San Nicolás y lo que les gustaría mejorar, han hablado con los vecinos/as, han conocido más su barrio… han hecho que la gente escuche su voz.
El jueves 7 de septiembre la Comisión Sentir mi barrio se reunió de nuevo, esta vez fueron los técnicos de Geursa y los responsables de Urbanismo quienes visitaron el Risco de San Nicolás, encuentro que los niños, niñas y adolescentes de A Pie de Risco Infancia prepararon llenos de fuerza y optimismo, actitud que contagió a las vecinas y vecinos que se encontraban a su paso y que también participaron trasladando sus opiniones y peticiones.
Pese a lo que parecía, no era una actividad sólo de pensar, sino también de actuar, de participar.